Son muchos los trabajos referentes a la introducción de las tecnologías en la
educación, y no todos coinciden en sus opiniones.
Así Artigue (2004), advirtiéndonos
que no son la panacea ni la solución a la complejidad e infinidad de problemáticas que
conlleva el aprendizaje de la matemática, opina que "ciertamente estas tecnologías son socialmente y científicamente legítimas, pero a
nivel de la escuela, esas legitimidades no son suficientes para asegurar la integración.
Pues no se busca que la enseñanza forme alumnos aptos para funcionar matemáticamente con esas herramientas –lo que sería el caso por ejemplo de una
formación de carácter profesional–: se busca mucho más. Efectivamente, lo que se
espera de esas herramientas esencialmente es que permitan aprender más
rápidamente, mejor, de manera más motivante, una matemática cuyos valores son
pensados independientemente de esas herramientas. Lo que se necesita entonces es
asegurar la legitimidad pedagógica de ellas, y eso es bien distante de asegurar su
legitimidad científica o social. Esto, como hemos mostrado, genera un círculo vicioso
que enferma la formación en un esquema de militancia y proselitismo, poco adecuado
para otorgar herramientas a los docentes que les permitan hacer frente a las
dificultades que inevitablemente van a encontrar, que les permitan identificar las
necesidades matemáticas y técnicas de las génesis instrumentales y de responderlas
eficazmente; poco adecuado también para permitirles la necesaria superación de una
visión ingenua de la tecnología como remedio a las dificultades de la enseñanza.”
(Artigue, 2004)
Se debe tener en cuenta que solamente cuando se tiene claridad sobre el propósito de plantear un problema, puede decidirse claramente qué tecnología (mental, papel y lápiz, electrónica, etc.) se usará.
Lo que cambia con la tecnología es el conjunto de problemas entre los que se puede escoger y la forma en que se pueden presentar. Algunos son muy difíciles de plantear en las aulas que utilizan únicamente lápices, biromes, pizarrón y tizas. Si las clases son planificadas y/o utilizan programas con concepciones de un aprendizaje constructivo, las tecnologías pueden incrementar la cantidad de problemas que pueden pensar y resolver los estudiantes. Permiten que en las clases se logre experimentar sobre búsqueda de regularidades, estructuras y patrones, y comportamientos de los objetos matemáticos, conjeturando sobre ellos e iniciándose en un camino de argumentaciones tendientes a la demostración.
Cita formato (APA):

Se debe tener en cuenta que solamente cuando se tiene claridad sobre el propósito de plantear un problema, puede decidirse claramente qué tecnología (mental, papel y lápiz, electrónica, etc.) se usará.
Lo que cambia con la tecnología es el conjunto de problemas entre los que se puede escoger y la forma en que se pueden presentar. Algunos son muy difíciles de plantear en las aulas que utilizan únicamente lápices, biromes, pizarrón y tizas. Si las clases son planificadas y/o utilizan programas con concepciones de un aprendizaje constructivo, las tecnologías pueden incrementar la cantidad de problemas que pueden pensar y resolver los estudiantes. Permiten que en las clases se logre experimentar sobre búsqueda de regularidades, estructuras y patrones, y comportamientos de los objetos matemáticos, conjeturando sobre ellos e iniciándose en un camino de argumentaciones tendientes a la demostración.
Cita formato (APA):
BELFIORI, L.V. (2014) Enseñanza de estadística con recursos TIC. Congreso Iberoamericano de
Ciencia, Tecnología, Innovación y Educación. Buenos Aires (Argentina), 2014.
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